Materialismo

Abandonó palacio,

a la sombra de una higuera.

No conozco riqueza más pobre,

que las cosas

que no le hablen de amor a la experiencia.

*Estatua de Buda en Bhodgaya.

Utilitarismo

Ningún trabajo tan útil 

como la integridad.

A la humanidad con humanidad

se ayuda

La dinámica productiva

La estrategia del poder era tan mezquina como astuta. El engranaje de una maquinaria perversa.

La mano de obra se desarmaría al limitar el ocio a sus labores, perpetuando un bucle infinito.

Sin espacio o acceso a la cultura, una tácita ley de dependencia anularía el espíritu crítico al agradecer el abuso, mientras la dinámica productiva garantizaba la subordinación al lucro.

La mirada sonriente

Nada tan surrealista como la alegría. 

Sonríe la mirada y el mundo se hace amable alrededor.

Nada cambia en realidad excepto tú

Y sin embargo,

la rutina escapa de la monotonía, los grises recobran el espectro y estalla la complicidad.

Cuando estás contento todo forma parte de la fiesta.

El rastro de la mediocridad

Cabe apreciar una devaluación semántica de la mediocridad. Actualmente un cualitativo despectivo, antaño refería la virtud que equilibra ambos extremos.

Hoy en día, es sorprendente como se aclama la vulgaridad. El criterio parece socavado por la formación, aunque también el gusto, como en enología, se educa. Así es común ver a virtuosos intérpretes tocando bajo tierra en el metro a cambio de unas monedas, mientras los grandes estadios se abarrotan para reverenciar al nuevo rey de los estribillos pop. 

El virus del Ad Populum contamina sin piedad gran parte de los ámbitos artísticos que identifican el talento con la popularidad.

La nuestra no es la dorada mediocridad de Horacio, las masas enarbolan una mediocridad mezquina, que al ensalzar lo mediocre degrada lo sublime a alternativo y sin difusión lo debilita como un cometa hasta extinguirse. Creo que el foco se despista en una promoción que relega la luz a las impenetrables sombras del anonimato. 

Reina el desconcierto en los márgenes. Para deleitarse toca rebuscar en un rastro.

Han convertido la belleza en tabú.

Hace falta rebeldía para reconocer lo bello.

Simplicidad

La austeridad es un lujo que muy pocos se permiten.

El arte de simplificar a lo esencial.

Mas tan necia es la opulencia,

como confundir la sencillez con la vulgaridad.

La redención

Yo no huyo hacia adelante,

sin redención no olvido.

No me avergüenzo ni me arrepiento

si he aprendido.

Que es mayor escarmiento el lastre,

que lo que se ha vencido.

Sin trincheras

Aquí o allí, dejadme en mí.

Sé que una misma materia nos mueve,

mientras las hordas me invitan

a alguna hermandad excluyente.

¡Acaso pretenden acotar mi alma!

"Nosotros y ellos",

"los tuyos y los suyos",

para mí todos tan míos,

tan nuestros.

La identidad en trincheras.

¿Por qué enfrentar lo que somos,

si podemos conciliarlo?

Y tú,

¿Por qué partes votarías?

Te escucho, pienso

y construyo.

Hallar mi voz quiero entre el murmullo,

siendo aprendiz de todo,

sin ser recluta de nadie.

La moral kantiana

Tratar a los demás como te gustaría ser tratado no necesariamente funciona. Podrías ser masoquista o confrontar sus principios con los tuyos.

Mejor haz lo que puedas cuando debas y lo que debas cuando puedas, siempre que se pueda convenir el deber.

En materia moral ni siquiera la pluralidad es justa.

La globalización

Me lamentaba recordando Lhasa. ¿Qué fue de la ciudad prohibida que al fin se habían permitido?

De espíritu en Daramshala, la fuerza había impuesto su condena a la uniformidad. Salvo por sus escasos reductos en pie, el encanto ancestral yacía a la sombra de enormes edificios.

De igual modo, daba la sensación que el mundo entero se tornaba una feria al servicio de las corporaciones, sin distancias para desmarcarse.

Pensé que tal vez fuéramos los últimos testigos que asistieran al crepúsculo de la esencia.
A partir de entonces, qué sería de la aventura de viajar.

Aunque el turismo y el comercio fijaban muchos pueblos en el mapa, sin fuga hacia la diferencia, quien querría desplazarse para mantener el escenario.

Estaban creando un plato único fusionando todas las culturas. La amalgama era indigerible.
El gusto se atrofiaba, pronto todo nos sabría a lo mismo.

Tan lejos, tan cerca

A veces, si el trato se enfriaba, supongo que prefería recordarlas.

Algunas personas ganaban a distancia. 

Puede incluso que su ausencia las hiciera aún más presentes. 

Después de todo, aquí en el hemisferio norte bien sabemos, que en nuestro perihelio, de nada nos sirve acercarnos al sol a menos que éste se incline a saludarnos.

Que esa estufa solo nos calienta al alejarse. 

En un verso el universo

Observando mis carencias,

la omnisciencia era una utopía pretenciosa

y al mismo tiempo,

el estudio de una pulga en el contexto. 

Traté de captar la esencia

y de los pétalos del universo, 

pude destilar algún verso.

No era un hombre del renacimiento,

pero sí un renacido.

Al fin sentí averiguar lo necesario.

Acta de una bondad silenciosa

Doy fe que su simplicidad no fue ninguna simpleza.

No solía hablar,

mas un gesto de bondad resumía su existencia.

Jamás hubo una ausencia tan presente.

Nos empapó,

su ausencia llovía en las calles.

Debió plañir, al partir, la vida que le celebraba.

No hubo, en su presencia,

un mensaje más profundo que el silencio,

ni epopeya más heroica que sus actos.

La libertad de formarse

La psique era una sucesiva labor de retazos.

Nos prestaron la palabra para manejar el pensamiento y las ideas para contrastarlas.

Hacían falta muchas lecturas para pensar por uno mismo. 

Leer era la libertad de formarse. 

Al leer, se rompían las cadenas de la mente, explorando más allá de sus fronteras.

Quería recorrer nuevos mundos,

poder opinar sobre ellos

y a medida que se iban revelando,

aprender a descubrirse en lo ignorado.

Un gregario esnobismo

Le fascinaba aquella obra ignota. Su sabor, su aroma exquisito, recién sacados del horno. Hubiera paladeado hasta la última miga de su creatividad.

Y sin embargo, le cohibía expresarlo. Cómo iba a reconocer su agrado, si aún no había sido validada. Cómo iba a consentirse la osadía de emprender ese riesgo. 

La opinión pública era una estela que orientaba a navegantes, las huellas de una senda segura. Solo ella concedía el privilegio de la posteridad. Solo ella podía rescatarla del olvido. Cuántas obras excelsas, pendientes de aprobación, se habrían extraviado en el camino. Cuántas jamás habrían visto la luz. Al margen de un consenso, la historia también era, por descuido, un sacrificio de belleza inadvertida.

De entre lo mostrado, solo lo aceptado trascendía, porque de lo aceptable, solo se aceptaba lo aceptado.

El criterio personal estaba supeditado a lo establecido por unanimidad.

El ser humano era un animal gregario. Su pastor era el rebaño. 

El esnobismo, una extraña ceguera que admitía solo valorar lo consagrado. 

Eppur si muove

Solía observar al árbol del conocimiento cuando el viento sacudía sus ramas. 

Los miembros arrancados se precipitaban sobre la laguna de la historia, dibujando anillos concéntricos. Mientras las hojas y frutos más ligeros se agrupaban a flote, solo el peso de la curiosidad lograba traspasar la superficie. 

Pensé en el dogma genocida, en los incontables juicios del progreso.

El de Galileo por descentralizar el ego

o el de Sócrates por alejarnos de los Dioses.

¡Qué herejía! El ostracismo era, en el fondo, el alto precio de caer tan bajo.

Era estadístico. La banalidad congrega, la profundidad aísla.

La amnesia del entretenimiento

A veces hay que recordárselo,

pues olvida el interés de algunos. 

No todo sirve.

Pedirle al entretenimiento que entretenga,

es elegir que algo nos abstraiga.

Pero hace falta ingenio para elaborar ese lapso.

Una afinidad que recuerde nuestro olvido.

Entretenerse es distraerse de uno.

Sumergirse en otras realidades.

Urdir puentes de olvido en la memoria.

La retórica vacía

Más allá de las argucias léxicas de los chascarrillos.

De los malabaristas que esquilman al verbo.

Del desprecio de la envidia 

y de la debilidad del sarcasmo.

Más allá del charlatán, el mimo. 

Más allá del artificio, la pureza.

Más allá del lenguaje, un sentido.

Más allá de un sentido, nada.

* Fotografía del mimo Marcel Marceau.

Anónimo

No lo voy a firmar.

Solo imploro que este verso nos auxilie.

Invisible,

Como el viento que te empuja hacia adelante,

Como el héroe que no espera a ser reconocido.

Lugares comunes

Cuántos textos se encuentran, el buen lector lo sabe. Un autor nos llega porque es comprendido, porque se comparten emociones.

Cada fragmento subrayado nos refleja como un lago. Esa es la magia. Un autor escribe a su manera, otro hace lo propio y allí en su humanidad, confluye el pensamiento, como dos afluentes en un mismo destino. 

No obstante, ninguno inventó la luz de su pequeña lámpara, ni las sombras que a su pesar proyectan.

Cada quien escoge las palabras que mejor revelan su propia incertidumbre, la de todos y eso definirá su estilo.

Mas un escritor no escribe sólo para ser ser leído, sino, sobre todo, para saber leerse.

* Fotografía: confluencia de dos ríos en Devprayag (India).

Luciérnagas

No todo son tinieblas.

Algunos seres resplandecen tanto,

que aun cuando tu luz se apaga,

logran alumbrar la noche. 

Lisonjas

Siempre descreí de lisonjas, 

el prestigio es un péndulo.

Hoy estamos arriba y mañana abajo.

Yo soy un interrogante que se exclama.

pero no ando preguntándole al mundo quien soy.

Si soy o no suficiente.

Esa es tarea de uno.

El elogio es un arma de seducción,

a saber cuánto desprecio augura.

Pantallas

Incumplieron su promesa. Las pantallas nos hicieron pantalla, cuando se supone que debían acercarnos.

Acaso no despuntó ya el transhumanismo más distópico. Legiones de ciborgs que recorren las calles inclinando el cuello hacia su nuevo apéndice. La mirada perdida, la voz en huelga, el alma un ágora desangelada. La plaga de soledades que se multiplica, apresurada por citarse en la computadora. Ansiosa por ampliar su pequeño mundo unos píxeles. 

Y para colmo, los ingenieros de la soledad siguen esforzándose en aislarnos. Muy pronto llegará el metaverso. Abríguense de avatares, mientras una tecnología frigorífica nos congela.

Seguimos rumbo a la Antártida de los afectos, con balsas de sedientos en un mar a la deriva. Las cuerdas son grilletes. Su salvación nos condena. 

El ambiente es gélido. Gime la nostalgia de los cuerpos. Alguien grita libertad, pocos responden.

El ser humano es un animal social, pero ¿y la sociedad? ¿Es la sociedad sociable?

* Fotograma de Bruce Willis en "Los Sustitutos".