Cuántos textos se encuentran, el buen lector lo sabe. Un autor nos llega porque es comprendido, porque se comparten emociones.
Cada fragmento subrayado nos refleja como un lago. Esa es la magia. Un autor escribe a su manera, otro hace lo propio y allí en su humanidad, confluye el pensamiento, como dos afluentes en un mismo destino.
No obstante, ninguno inventó la luz de su pequeña lámpara, ni las sombras que a su pesar proyectan.
Cada quien escoge las palabras que mejor revelan su propia incertidumbre, la de todos y eso definirá su estilo.
Mas un escritor no escribe sólo para ser ser leído, sino, sobre todo, para saber leerse.
* Fotografía: confluencia de dos ríos en Devprayag (India).
No hay comentarios:
Publicar un comentario