lunes, 12 de diciembre de 2022

Eppur si muove

Solía observar al árbol del conocimiento cuando el viento sacudía sus ramas. 

Los miembros arrancados se precipitaban sobre la laguna de la historia, dibujando anillos concéntricos. Mientras las hojas y frutos más ligeros se agrupaban a flote, solo el peso de la curiosidad lograba traspasar la superficie. 

Pensé en el dogma genocida, en los incontables juicios del progreso.
El de Galileo por descentralizar el ego
o el de Sócrates por alejarnos de los Dioses.

¡Qué herejía! El ostracismo era, en el fondo, el alto precio de caer tan bajo.

Era estadístico. La banalidad congrega, la profundidad aísla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El silencio entre las notas

Bajo el reino del cálculo,  me reservo el valor de la mirada.  Rendido al rendimiento, acudo a la melodía de vivir,  sin peso,  ...