Hoy contamos con al menos 61 conflictos bélicos abiertos en el mundo (*).
Epicuro, el filósofo griego del siglo IV a.C., ya planteaba el dilema moral sobre el mal:
«Si Dios puede y no quiere, no es bueno;
si quiere y no puede, no es omnipotente.»
La historia, en algunos de sus episodios, revela una monstruosidad sin escrúpulos.
Dios debía estar distraído.
O quizá ausente.
Tal vez como nos advirtió Adorno, no pueda haber ya lírica después de Auschwitz, aunque Neruda nos recuerda: «Podrán cortar algunas flores, pero nunca lograrán detener la primavera.»
El ser humano puede ser tan maravilloso como abominable,
aunque me temo que, a veces, ni siquiera la lírica religiosa logra sostener su ética—
pues hay horrores que ni los versos sagrados pueden redimir.
Y si acaso tras un Dios esquivo,
será el hombre quien asuma la responsabilidad de forjar un mundo justo.
Y si existe un Dios, atento a los muros de Auschwitz...
tendrá que rogarme para que lo perdone.
No hay comentarios:
Publicar un comentario