me oculto en mi cuerpo preso.
Vive en mundos de aridez,
quien su canto apaga expreso.
No es que rechace diluir los muros,
en que me cerco.
Forjados fueron por conjuros,
de un dolor muy terco.
Es que temo a la decepción y al fracaso.
A aquellas heridas,
que fueran del corazón, ¡el ocaso!
No hay comentarios:
Publicar un comentario