miércoles, 6 de octubre de 2021

Réplicas de Duchenne

Cada quien que elija su avatar entre el tráfico de popularidad que diluye identidades. Los cromos con que jugar la partida.

¿Qué fue de nosotros? 

Somos la postal retocada, la hueca imagen de un selfie o la instantánea sin instante, la presente ausencia, la quimera con que nos vendemos en la soledad del mercado o en el mercado de la soledad.

Desde mi pequeño bote rara vez escucho alguna gota de esencia repicar en el charco virtual, ¿qué fue de aquellos que solían navegar en el alma?

La suplantación de la vida fue un naufragio en tierra firme. Anuncio al escaparatismo cómo el ismo que conduce al aislamiento. 

Habitamos dos mundos a la par: el mundo como fondo de pantalla y el albor de un mundo oculto tras los flashes de la superficie. 

Deberíamos retomar los focos de atención de una mirada primigenia, es decir volver a contemplar como la primera vez.

Destellos de apariencia eclipsando el alma por contaminación lumínica y del vasto universo ya poco vemos, si a todas luces nos ciega la luz que nubla el resplandor de su esencia.

Enterrada bajo la piel de una deslumbrante utopía yace el alma cautiva, confinada en el oscuro desván del olvido y en esa dualidad, nos mostramos como querubines simulando el paraíso, aunque al parecer, las galerías del parecer no exhiben cómo los muros dérmicos nos cercan a solas. ¡Nostalgia de ser!

Mas en el reino de las sonrisas tristes, la parodia desatiende los detalles. 
Pues avalando a la mueca, también los ojos sonríen.

Por ello, en época del coloreado gris del desencanto, permíteme dudar de la promesa incierta del mañana, del brillo, réplica de Duchenne. 


* Fotografia de Guillaume Duchenne, con uno de sus pacientes.

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