Los años dejaron de pasar en balde, aunque sus rostros no mentían empezando a dibujar su calavera. La dama de la guadaña ya acechaba sus cosechas. Mas todavía una sonrisa invicta brillaba como un relámpago a oscuras salpicando de vida el firmamento. Habían perdido más de media vida en el despiste de la responsabilidad y un largo invierno parecía haberles congelado el alma cuando de pronto, en aquella tardía primavera, una pareja de viejitos hicieron de la madurez su más tierna infancia. Con óxido en las armaduras, pies en polvorosa, sus mentes recorrieron décadas de olvido hasta reencontrarse en aquel lugar en que su mundo era aún un patio de recreo. Gritaron con júbilo los jubilados en sus últimas vísperas, profanando la honorable seriedad del respeto. Demasiado ocupados para las apariencias, éstas dejaron de ser nada más que éso. ¡Ya no les toca! - exclamaba una juventud envejecida, mientras disfrazados con arrugas, aquellos niños jamás quisieron volver a interrumpir su juego.
miércoles, 6 de octubre de 2021
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