Pesábale la lucidez,
como una losa sobre su consciencia.
Su alma quería volar.
Mas el cuerpo era esa crisálida,
pegándole las alas.
Apiádense los tozudos órganos.
No se vive, esperando a la muerte.
Nuestro mayor miedo no es que no encajemos, nuestro mayor miedo es que tenemos una fuerza desmesurada, es nuestra luz y no nuestra oscurida...
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