acaso no sabías que ya eras la naranja entera.
Que el amor no era cobrar las facturas pendientes,
ni tampoco la limosna que mendigan esos socios asustados,
sino, justo, cuánto a sí mismos se deben.
Nuestro mayor miedo no es que no encajemos, nuestro mayor miedo es que tenemos una fuerza desmesurada, es nuestra luz y no nuestra oscurida...
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