Queremos pues tender a una sociedad distópica enmudecida por mordazas invisibles o preservar por encima de todo el compromiso de esta libertad de libertades. Pues la libertad de expresión es al resto, como la luz al color, sin ella se desvanece.
No obstante, soy consciente de que sin censura alguna subyacen dos problemas intrínsecos:
El primero es la resolución de la paradoja de Popper, es decir la tolerancia con la intolerancia. El segundo, la posibilidad de que sin una ética paternalista la masa acrítica adoptara sus discursos de odio.
Aún así, si así fuera. Si en el reino de los ciegos el tuerto fuera el rey. Tal vez, tal reino mereciera sus tinieblas y para qué entonces, arrojar luz sobre quiénes ya no pueden apreciarla.
Yo hago un llamamiento a la responsabilidad del pensamiento libre que asume las consecuencias de sus actos, dado que como el bozal al perro, la privación suscita.
Y concluyo con el pensamiento más hermoso que jamás leí acerca de esta cuestión:
"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero pagaría con mi vida por tu derecho a expresarlo" Voltaire.
*Fotografía del líder norcoreano Kim Jong-un frente a su fiel ejército.
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