martes, 15 de noviembre de 2022

La cámara acorazada

Los límites de la libertad de expresión me recuerdan a una cámara acorazada. Si cada quien marcara el suyo en base a su sensibilidad, muy pronto el espacio se acotaría hasta hacerse intransitable. 

Queremos pues tender a una sociedad distópica enmudecida por invisibles mordazas o por encima de todo, preservar el compromiso de esta libertad de libertades. Pues la libertad de expresión es al resto, como la luz al color, sin ella se desvanece.

No obstante, soy consciente de que sin censura alguna subyacen dos problemas intrínsecos: 

El primero es la resolución de la paradoja de Popper, es decir si debiéramos ser tolerantes con los intolerantes. El segundo, la posibilidad de que sin una ética paternalista la masa acrítica adoptara sus discursos de odio.

Aún así, si así fuera. Si en el reino de los ciegos el tuerto fuera el rey. Tal vez, tal reino mereciera sus tinieblas y para qué entonces, arrojar luz sobre quiénes ya no pueden apreciarla. 

Yo hago un llamamiento a la responsabilidad del pensamiento libre que asume las consecuencias de sus actos, dado que como el bozal al perro, la privación suscita. 

Y concluyo con el pensamiento más hermoso que jamás leí acerca de esta cuestión:

"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero pagaría con mi vida por tu derecho a expresarlo" Voltaire.


*Fotografía del líder norcoreano Kim Jong-un frente a su fiel ejército.

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