El miedo a fallecer, es previsión precipitada por un ansia de control que anticipa fatales los acontecimientos.
Por ello, un mal pronóstico de lo ignorado resultaría absurdo, cobarde y futil.
Absurdo, como horrorizarse ante el desconocido rostro tras un velo.
Cobarde, como dar la apuesta por perdida, antes de haber lanzado una moneda al aire.
Futil, como empeñarse en conservar cuanto caduca.
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