Con los lascivos luceros de hipnótica pasión, que me brinda mi amante.
Con retinas que albergan sucesos imborrables, en los supervivientes de múltiples catástrofes.
Con ojos que claman el auxilio de una silenciosa desesperación, en las víctimas coaccionadas.
Con húmedas miradas que estallan la emoción contenida, en los recién galardonados.
Con sabias miradas arrugadas, en ancianos rememorando experiencias que les curtieron.
Con esferas suplicantes que despiertan compasión, en desnutridos niños.
Con turbias miradas que delatan al malintencionado.
Con magnéticas miradas que captan mi interés.
Con miradas ahogadas, que padecen quienes imploran invisibilidad. Como aquel que ansioso espera en un concurrido tren, la llegada a su destino, embaucado por la lluvia de inoportunos meteoritos.
Con internas miradas, ausentes en un pensamiento acaparador.
Con ojos delirantes, que reflejan mundos aislados, como los del senil.
¿Quién no funde a cada uno de ellos, dentro de un caldero inconsciente, antes de enfocar su visiòn?
¿Quién no se identifica en su mirar?
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