En mi corazón,
anidó un pájaro espino,
que vino,
descuido de la razón.
anidó un pájaro espino,
que vino,
descuido de la razón.
Con sueños lo alimenté
hasta que quiso volar
y lamenté su pérdida
cuando en la espina hendida,
su muerte sórdida,
nos entregó su dulce canto.
hasta que quiso volar
y lamenté su pérdida
cuando en la espina hendida,
su muerte sórdida,
nos entregó su dulce canto.
La melodía fluía como río al mar
y tanto guardaba en el pecho,
que por derecho a amar,
al clavarsela, se sacó la espina.
y tanto guardaba en el pecho,
que por derecho a amar,
al clavarsela, se sacó la espina.
Aún creo verlo posado en su encina.
El pájaro me enseñó a recordar,
que para redimirnos,
debemos siempre dar,
antes de despedirnos.
El pájaro me enseñó a recordar,
que para redimirnos,
debemos siempre dar,
antes de despedirnos.
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