miércoles, 6 de octubre de 2021

El ojo de vidrio

Cuenta la leyenda que tras su última contienda, un viejo general genocida con un ojo de vidrio y las manos manchadas de sangre, para lavar su conciencia, buscó respuesta en la inocencia de un niño. 

Envuelto en fiebres de la duda se dirigió al chiquillo con desesperación. 

Mírame – le dijo y dime, ¿Cúal de mis ojos es el verdadero?

El muchacho palideció ante la inquietante mirada e incapaz de articular palabra, se pronunció, señalando al objeto esférico, que como huevo en nido, yacía en la cuenca seca. Se asomó con sigilo al balcón de su pupila y tal horror contenía aquel abismo oscuro, que en un escalofrío, sintió que incluso el vidrio frío fuera más humano. 

Quien sabe, a estas alturas, quizá el formol de los llantos causados ya hubiera disecado su alma. 

Tal fue el sobresalto, que como si alguna bala hubiera regresado de la muerte, en su último aliento, al anciano le atravesó el desconcierto. 

¡No pudo creerlo! El ojo muerto del tuerto era el vivo.

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