acaso no sabías que ya eras la naranja entera.
Que el amor no era cobrar las facturas pendientes,
ni tampoco la limosna que mendigan esos socios asustados,
sino, justo, cuánto a sí mismos se deben.
¿Por qué tantas certezas sin dilema? ¿Por qué la rendición en la batalla? ¿Por qué esta calma, si la duda estalla? ¿Por qué tant...