acaso no sabías que ya eras la naranja entera.
Que el amor no era cobrar las facturas pendientes,
ni tampoco la limosna que mendigan esos socios asustados,
sino, justo, cuánto a sí mismos se deben.
Bajo el reino del cálculo, me reservo el valor de la mirada. Rendido al rendimiento, acudo a la melodía de vivir, sin peso, ...