Referido al referente, el lenguaje se ha convertido en otro distintivo de las diásporas dispersas. Una suerte de simbología política con fuerte carga nacionalista.
Una única lengua bastó para afrontar las inclemencias. Nunca hubo torres más sólidas,
que cuando la cooperación fue el mayor entendimiento.
Y sin embargo, milenios después del diluvio, todavía algunos, confundidos, olvidaron que las lenguas se habían creado sólo para comunicarse.
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