Las cumbres son lugares inhóspitos,
hostiles. Me maravilla su desconcertante influjo. Es como si la naturaleza hubiera
querido reservarse un espacio íntimo, al margen de la vida, justo
allí donde nace el agua que la riega. Apenas una breve catarsis justifica el
sufrimiento previo ante la necesidad de nuevas perspectivas y de
inmediato, uno se siente expulsado del reino por los elementos.
Cuentan que los guerreros masais, no podían concebir semejante esfuerzo por algo tan improductivo, incluso sospechaban de algún posible hallazgo áureo en su interior. De hecho, un ilustre libro de Werner Herzog define al alpinismo como la conquista de lo inútil y no obstante, ¿no es acaso la vida en sí un continuo despropósito?
Dormir y levantarse, hasta dejar de hacerlo.
Hacer y deshacer la cama.
Nacer para vivir y existir a
intervalos, hasta acabar muriendo.
¡Tanto caminar para estirar la pata!
Hemos venido a entretenernos.
Conozco nieves más frías para
congelar el alma, que sea lo que fuere,
sin prejuicio ni perjuicio,
amar lo que uno hace.
sin prejuicio ni perjuicio,
amar lo que uno hace.
* Fotografía del K2 desde el Glaciar de Baltoro, por Indus Adventure Club.
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