La gente inquieta sorteando los charcos.
El cielo desplomando su furia sobre los tejados.
Y en aquel frescor húmedo
sentí que todos mis campos brotaban.
Que nada ahí afuera, pudiera alterar esta paz imperturbable.
Bajo el reino del cálculo, me reservo el valor de la mirada. Rendido al rendimiento, acudo a la melodía de vivir, sin peso, ...
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