Las circunstancias

Era uno de esos días en que los parabrisas te saludan.

La gente inquieta sorteando los charcos.

El cielo desplomando su furia sobre los tejados. 

Y en aquel frescor húmedo

sentí que todos mis campos brotaban.

Que nada ahí afuera, pudiera alterar esta paz imperturbable.

El mercado de valores

Mercado de valores lo llaman, pero no se confundan, mientras los valores caen, tan sólo oscilan los precios.

El pulso de unas velas en los gráficos banaliza la cultura del esfuerzo.

Cuántos cuerpos deslomados perdieron la batalla del tiempo, en una vida de ahorro y de trabajo se esfumaron sus ilusiones aplazadas. La inflación devoró su empeño bajo un colchón roído, mientras a cada segundo unos dígitos cerraban sus operaciones en verde. 

Libre mercado lo llaman para facilitar su acceso, pero no vuelvan a confundirse, toda cacería requiere nuevas presas, víctimas censadas en los índices de miedo y codicia. Sus derrotas son victorias ajenas. 

Si en efecto, como afirma Pepe Mújica, pagamos con él, entonces somos traficantes del tiempo. 

Mas no hay otro fin sin medios que la muerte. 

Trabaje usted pues  y/ o ponga su dinero a trabajar. Su tiempo está en juego. 

En la apuesta por vivir, a no ser que lo disfrute, tan peligroso es el trabajo, como el riesgo que asuma al liberar su tiempo. 

La mirada poética

"Ver, mirar o contemplar".

Estaba allí, en aquella gota de rocío temblando en su hoja, 
como lágrima en párpado que pronto el alba seca.

Aparece por doquier omnipresente.
En metáforas como fogonazos en el alma,
traspasando el manto uniforme de materia.
Le da voz al silencio y al silencio entre las voces.

La poesía no es el objeto ni el sujeto,
es la mirada. 

La belleza atropellada

Vivimos en un atropello, la realidad se precipita acelerada en un horizonte de sucesos que engulle cada instante con voracidad.

Primero llegó la comida rápida, sobre todo en eliminar nutrientes, después un fugaz vistazo a la foto de portada, como mucho al titular, con esa mirada de soslayo rozando la superficie de las cosas y luego esas raciones mínimas de sabiduría que bautizaría como "fast thoughts", parafraseando con injusta brevedad y descontextualización a algún autor consagrado.

¿Adónde nos conduce tanta prisa? 

Es tal el volumen de información ofertada que queriendo picar de todas las tartas, nos dedicamos a coleccionar porciones, en una mezcla incoherente de sabores.

Quién mucho abarca poco aprieta.
Así profanamos el momento.
Sólo opino que, de vez en cuando, hay belleza en que merece la pena detenerse.

*Retrato de una vendedora de molinillos de oración durante mi estancia en el Tibet.

(Tibet, 2014).