Si la vida cotizara como el capital todos seríamos ricos, pero el mundo es la interfaz de quienes lo programan, la guerra un bonus cuyas cifras priman su alabanza desmedida y la balanza ya no se decanta por la vida.
Las fronteras son cicatrices en la Tierra, como fallas simbolizan su fragilidad quebrada y delimitan la ambición que asustada se aísla, confundiendo lo propio y lo ajeno.
No hay coraje en quienes fragmentan la patria humana, los "fuertes" son los "débiles", que se esfuerzan en permanecer unidos.
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