viernes, 28 de enero de 2022

Elegía a la humanidad no extinta

En memoria de René Robert.
En un despiste, el anciano cayó entre los erguidos, en otro se nos fue. 
Noticia de indignante tristeza, cóctel de sudor y lágrimas. 
9 horas, es decir 540 minutos o lo que es lo mismo, 32400 segundos de vital importancia, en hiriente indiferencia, remataron su destino. 
Quizá ya sea el dolor invisible o la necesidad, al curioso síndrome lo llaman 'normalización'.
Demasiado débil la agonía para pronunciarse, mas a buen entendedor ...
O tal vez, demasiada prisa para sentir.
Fluye la anestesia entre las venas dormidas.
Olas de gente en la orilla,
¡Qué soledad la de un náufrago entre la multitud!
La cruel estadística:
¡Cuántos humanos para tan poca humanidad! 
¡Tan fríos fueron los corazones cómo para congelarlo!
¿Están todos sordos, además de ciegos o es que ya por nadie doblan las campanas?
Hoy, ya demasiado tarde, se cubren de vergüenza las aceras de París. 
Descanse en paz hermano René, junto a ti mutilada, murió la humanidad no extinta. 
Sigue girando el bombo, mañana podrías ser tú.

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