De tenue llama, de tensa quietud.
Vana virtud es desconocer el dolor, el sombrío llanto,
por no haber percibido antes el color, el encanto.
Verdugo serás de la emoción,
mientras le aprietes la soga, a tu corazón.
Pues la burbuja que te recubre,
envolviéndote en su ambiente lúgubre
y el viciado aire en que suspiras,
te asfixiarán lentamente, mientras lo respiras.
Recelo eres, de poca alegría.
El que no se fía. El que se atrofia,
como los ojos del topo solitario,
que cautivo anduvo en su oscuro calvario.
Como un cuerpo sin ímpetu.
Como un nicho de espíritu.
Como tu recuerdo, al que hoy adjunto un anhelo,
para que se te abra el cielo.
Esperando que halles por fin las ventanas,
que bañen de luz, tu terca oscuridad.
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