jueves, 14 de octubre de 2021

Libertad de expresión y pensamiento

Tal como nos advertía Sampedro, "no existe una libertad de expresión real sin libertad de pensamiento." Tan sólo convictos que presos de alguna u otra doctrina, todavía no palpan los barrotes de su mente. Sin siquiera saberlo, serán piedras repicando sobre su propio tejado, en la quietud de la noche. Mensajeros, que víctimas del espejismo de una libertad inducida, obrarán inconscientemente educados, es decir adiestrados para perpetuar el régimen que, como alquitrán en los pulmones, bocanada a bocanada, lentamente nos destruya. 

El diseño del sistema es tan astuto, que vivimos la agonía de perseguir sin cesar, un señuelo en apariencia tan cercano como inalcanzable. Nos vendieron la felicidad como un producto, así acabamos comprando, incluso lo que nosotros mismos habíamos fabricado. La inflación fomentó la deuda e hipotecados por el miedo a la necesidad y por su necesidad del miedo, nos mercantilizaron. 

La elección parece simple con la consciencia adecuada, pero cuántos vencidos por la invisibilidad del viento, confunden la corriente que impasible les arrastra con la fuerza de su propia determinación. 
Usar el poder del pensamiento o dejarse usar por el poder a través del pensamiento. 
El ser como fin o un instrumento. Un compositor fluyendo entre sus notas o un vulgar trobador divulgando propaganda de la corte.

Mas cuánta perversidad reside en la ignorancia y no la exime. 

A mi entender, cada persona debería ser parcela de autocultivo, de los frutos del conocimiento que alimenten la duda, la reflexión y el análisis, como mecanismos de defensa ante esta subliminal toma de posesión del pensamiento. Debería zafarse, desde la razón, del ventrículo que hábil se adueña de la afónica voz del grito de la ignorancia, de sus refinadas manos, que entre las entrañas del títere amasan su conciencia hasta anularla y que en un esfuerzo ingrato por sobrevivir, convierten el hambre del pueblo en la gula de un selecto banquete. 

Creo que con la misma dignidad con que debiéramos alimentar al cuerpo, también debiéramos nutrir la mente hasta blindarla lo suficiente, como para poder interpelarnos sobre todo imperativo inculcado. Por ello, deseo que el rugido de la curiosidad iguale en inquietud al de la desesperación de cada tripa vacía. 

Reivindico el valor del pensamiento crítico, frente al condicionamiento hipnopédico, para revocar conjuntamente el orden oligárquico establecido. 
De nuevo, Sampedro nos recordaba que: "Hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres". Como ya sabemos, moramos bajo el dominio de los primeros, por tanto urge despertar a tiempo la conciencia colectiva de su coma inducido, como única esperanza evolutiva para nuestra deshumanizada especie. 

Hasta entonces, sin libertad de pensamiento, nuestra querida democracia seguirá siendo una falacia en que cada voto que se exprese "libremente" bajo la inconsciente tutela del régimen, supondrá un arma de destrucción masiva y a su vez, el estigma de cada penitente fiel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nuestro Mayor Miedo- Marianne Williamson

Nuestro mayor miedo no es que no encajemos, nuestro mayor miedo es que tenemos una fuerza desmesurada, es nuestra luz y no nuestra oscurida...