Al sol de la verdad tus ojos se quemaban observándolo directo, pero ya no apartas la mirada. Irradias destellos de solemne humanidad.
Te desnudas ante mí, cansada de fingir y descubro que aquel pudor, fue tan sólo un humo gris, que nubló tu auténtica visión y que como un antifaz, velaba la belleza del alma reflejada en tu rostro.
Ahora sé que la memoria es una manta de instantes tejidos en el tiempo.
Que después de haberse revelado, ya me abriga el recuerdo de tu alma
No hay comentarios:
Publicar un comentario