jueves, 7 de octubre de 2021

El atardecer en mis ojos

Algunos días se disipan en la brevedad de un lánguido atardecer, dando paso a noches que se precipitan como losas, sepultando súbitamente la viveza cromática diurna, ante mi desconcierto.

Son instantes en los que siento, cómo la naturaleza conspira, reflejando mi ser, en la pálida luz lunar que se resiste a la negrura infinita.

¡Ay, que fácil resulta escribir desde la melancolía! A cada trazo, un suspiro y el llanto vertiéndose gota a gota, junto a la tinta que humedece el bloc.

Mas, no sería justo ignorar la belleza que percibo a raudales, centelleando a mi alrededor, como ese río plateado que el sol proyecta complaciente y se refleja sobre las cambiantes olas. Obviar que incluso el aire turbio que inunda la ciudad, todavía contiene la proporción necesaria de oxigeno, para mantenernos con vida. Que la nobleza humana reside combinada con el resto, entre los entresijos de un gigantesco mosaico de contrastes. A veces, creo que es preciso leer entre líneas para lograr captarla, pues no suele manifestarse en evidencia.

De cualquier modo, afirmo que son nuestros ojos, los que se disipan ante la visión que edificamos del presente. Pues, ¿quién si no puede valorar por nosotros este abrumador espejismo de opiniones?, donde la verdad es proscrita inalcanzable. 

Que ese mentado atardecer, que preside la bóveda celeste, es en realidad tan lánguido o hermoso, como tú lo quieras ver y aunque breve, emana entre tonos rojizos y violetas, lo que bien pudiera ser un vivo retrato de la felicidad.

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