Los escasos intrusos en el Olimpo confirman la excepción que rompió la regla. Insomnes de la pesadilla del sueño americano, la meritocracia es una falacia pueril para morir en el intento. Querer no es poder sin poder. Por lo general, la condición económica es hereditaria. Somos los cimientos de su arquitectura, las élites nos aplastan. Así como en una pirámide los estratos inferiores soportan la cúspide, en la urbe, los barrios más pudientes coronan las colinas de la jerarquia. Nos manejan desde sus cumbres. Cómo iba a peligrar su base. Cómo iban a tolerar nuestro ascenso.
* Infografia de la piràmide social publicada por el Industrial Worker en 1911.
