Yo me dejaba ganar, porque no lo necesitaba.
Tu gloria era mi derrota más dulce.
El juego era banal.
Perder era ganar,
ganar sin perderme tu entusiasmo.
Nuestro mayor miedo no es que no encajemos, nuestro mayor miedo es que tenemos una fuerza desmesurada, es nuestra luz y no nuestra oscurida...
No hay comentarios:
Publicar un comentario