y superar la cortesía de volver a insistir en conocernos.
Podríamos festejar en la abundancia e intuir, sin demanda, la carencia y compartirla.
Podríamos sellar con lealtad y compromiso la palabra, antes que se la lleve el viento.
Podríamos construir, a prueba de fuego y tormenta, un refugio contra la indiferencia.
Podríamos blindar la distancia y el tiempo
y llenarlo de luz, color, vida.
Podríamos llamarlo amistad.
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