No es que no gusten de ellos, en absoluto. De hecho, se establece por ejemplo, que aquellos quiénes de un largo viaje regresen deben portarlos consigo.
Si bien sus lazos se estrechan, el papel es el pudor que los envuelve.
Así ambos, emisor y receptor, en ausencia del otro, pueden eludir mejor el compromiso de ocultar con sonrisas, la posible decepción de su sorpresa.
Supongo que, para bien o para mal, cada presente es un juicio y nos define.
Y es que entre muchas ilusiones, también se obsequian prejuicios, indiferencia.
Aunque, como ya se sabe, la intención es lo que cuenta.
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